6 de la mañana en Bangkok, todavía de noche y nosotros de camino al centro de la capital tailandesa. Lo normal es que la ciudad estuviera durmiendo, pero desde el metro sólo vemos filas y más filas de coches haciendo el camino inverso al nuestro. Al bajar del metro en la última parada, el calor todavía no ha hecho acto de presencia, algo que agradecemos a Buda y a cuantos dioses nos vienen a la mente. Lo primero que nos sorprende es que la estación de metro se encuentra a unos 6 pisos de altura, algo nada bueno para alguien que tiene vértigo. Mientras el sol aparece por el horizonte yo intento preguntar como ir desde allí hasta donde vamos a pasar las siguientes dos noches. Afortunadamente hay dos autobúses que hacen ese recorrido, desafortunadamente esto es Asia y los autobúses pasan cuando quieren o, más concretamente, cuando pueden.
La siguiente parada de nuestro itinerario es el Buda Tumbado (Wat Pho) y el complejo donde éste está. Si bien el buda es parada obligatoria (lamentablemente lo es para toooodo el mundo) a mi lo que más me gustó fue el resto del recinto. La entrada cuesta 100 bahts (unos 2.5€) e incluye una botella pequeña de agua, que dadas las temperaturas existentes nos hemos terminado en 5 milisegundos.
Tras volver a la orilla de la que partimos, echamos a andar a los alrededores de Khaosan Road a callejear, cenar, tomar algo y, en definitiva, contactar con la noche de Bangkok. ¿Qué te puedes encontrar? Pues mucho mochilero y pseudo-mochilero borracho, mucha comida callejera, aunque algunos te la venden como típica tailandesa, pero no amigos, allí la gente no come arañas, escorpiones o similares.
Con el paso de las horas y el hecho de haber dormido apenas 2 horas desde que partimos de Alemania, sumado al haber pateado todo el día nos ha dejado hechos polvo, las altas temperaturas también han hecho mella en el cuerpo, pero no así en la mente. Mañana será otro día y habrá que aprovecharlo al máximo.
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Tras recuperar fuerzas y meternos entre pecho y espalda los primeros Pad Thai callejeros (unos 30 baths por cabeza) nos damos una vuelta por los alrededores. Una especie de lonja con un olor de los que hacen que desees arrancarte la nariz nos hace cambiar de dirección hacia el muelle adyacente, al ver que el precio para cruzar a la otra orilla es irrisorio (3 bahts) decidimos subirnos al barco (bada badam tsch!!). Lo que no sabíamos es que el barco te deja en El Templo del Amanecer (o Wat Arun), un sitio la mar de guapo donde empezamos a "sufrir" las escaleras tailandesas.
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